Màs recuerdos de Pedro Antonio Gòmez de la Gen: 74-77

"Generación 1974-77. Grupos 103, 203 y 303, turno matutino.

¡Vaya! ¡Inmediata respuesta!
Imaginé que esperaría mas tiempo para ser aceptado en el grupo de ex-alumnos. ¡Gracias!
Mucho tiempo busqué información sobre nuestra escuela sin resultados positivos. No soy partidario de las redes sociales y sitios de contacto, principalmente por la falta de seriedad y respeto, sin embargo, qué valiosa es en estos casos la internet. Es loable el trabajo del creador de esta página, un deber de nosotros los beneficiados es responder con actitud positiva y contribuir al crecimiento de ella difundiendo su existencia.

Reflexionando, sin jactancia, fuimos privilegiados al coincidir en ese tiempo, nuestra secundaria 17 era una escuela prestigiada, el director Hernández Meave (La Patria y el Mexicano), La subdirectora Vallejo, el personal docente ¡de Primera!, alumnos destacados, compañeros inolvidables y esa hermosa etapa de nuestra vida.
Todo nos fue propicio. La formación académica estaba ahí, incuestionable. Cada uno a su entender, recogió los frutos futuros.
Nostálgico orgullo: "yo estudie en la Secundaria 17..."

Efectivamente compañeros, mi grupo fue uno de los más inquietos de la escuela. Confieso que fui uno de los más indisciplinados, en esos años, en los salones había siempre una carpeta café, era la hoja de reportes, de confección similar a la carpeta que aprendimos a fabricar en el taller de encuadernación, en la rotación de talleres del primer año. Bien, en dicha hoja de reportes, se anotaban las notas de mala conducta según lo consignaba el profesor en turno. Había quien tenía su hoja limpia, inmaculada, pero también quien llenaba la hoja por los dos lados e incluso en las orillas de la misma se anotaba por falta de espacio, ¡y algunos a quienes se les engrapaba otra hoja de cuaderno!
Carentes de madurez había en ello un dejo de arrogancia, la rebeldía, la necesidad de ser. Esgrimo como defensa que siempre fueron bromas 'sanas', problemas menores, claro, alteraban el orden, mas eran la nota alegre, el sabor de la incipiente juventud. Sin eufemismos, fuimos simplemente latosos.
Aquí se debe hacer notar la naturaleza noble y comprensiva de nuestras autoridades escolares, destaca la subdirectora Vallejo, quién con voz enérgica nos decía: ¡te vas expulsado!
Suplicas, promesas, lágrimas y a veces silencio ante lo inminente...
Finalmente se mandaba a llamar a los padres, nos suspendían uno o tres días y regresábamos bajo la firme promesa de enmendar nuestra conducta.

Recuerdo qué recién llegado a la escuela, medroso, observaba a los muchachos de 3° año alinearse sigilosamente en un extremo del patio, en seguida al grito de alguno de ellos, se tomaban de las manos y corriendo 'arrasaban' con todo aquel que descuidado se atravesaba en su camino. La ocurrencia provocaba risa general.
Vagamente recuerdo el apellido de alguno de ellos: Galindo y el apodo de otro: 'el Chimpa'. Tiempo después, estos mismos con otros compañeros suyos, hacían propaganda a gritos, supongo qué por las planillas escolares, su pregón era: ¡Vota por el Chimpa! ¡Vota por el Chimpa! ¡Vota por el Chimpa!...
A este último, años después, lo encontré en el equipo de Fútbol Americano de la Voca 4. Otra historia.

Una prefecto, la de 1°, no recuerdo su nombre, mujer madura de cabello cano, rizado, casi siempre vestía de negro. Grito fácil, amenazante y de corazón blando.
Una ocasión, me sorprendió junto con otros, arrojando globos con agua hacia un negocio de venta de coches que estaba sobre la avenida Patriotismo, justo frente a los baños de hombres. Trabajaba ahí un señor que los limpiaba continuamente.
Quitábamos dos hojas de vidrio de la ventilación de los baños, lo observábamos y cuando se distraía, arrojábamos los globos sobre los autos en exhibición. No imaginaba él de donde llegaban los globos, nunca lo supo.
Lo hacíamos casi a diario, varias veces, durante unas dos semanas, hasta que alguien nos denunció y fuimos sacados de los baños a jalones de patillas, reprendidos duramente por la prefecto, nos hizo sentir culpables con sus palabras: "como es que se divierten a costa de ese hombre, hace años que lo veo llegar temprano a su trabajo, sabrá Dios donde vive, cuando yo me voy el se queda limpiando los carros, todo para llevar el pan a su familia... ¡labregones!" remato.
Sabía ella que estábamos condicionados por la dirección en cuánto a conducta y guardo el incidente para si.
Años después la encontré en la colonia Roma y me dio un abrazo al mencionarle que sería Arquitecto.
Cariñosamente la recuerdo por su sobrenombre: Doña Gurrú.

Compañeros, les ofrezco disculpas, quizá mis ideas les parecen inconexas o desordenadas, las escribo como surgen. Tal vez hay imprecisión en los nombres, pero los hechos son escritos con apego a la verdad. Tengo la confianza de que alguien los corrobore ó corrija mis errores.
Saludos a todos".
p.anto.go@live.com.mx


RESPUESTA DEL BLOG: No tienes que ofrecer disculpas de nada; simplemente estas escribiendo lo que tus recuerdos y tu corazón te dictan.
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